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EL MISTERIO DEL TEMPLE


EL MISTERIO DEL TEMPLE – UNA APROXIMACIÓN A SU OTRA HISTORIA
Y digo bien, “una aproximación a su Otra Historia” porque en todo lo concerniente al Temple todavía más de 800 años después, su verdadera historia, para el ciudadano profano sigue siendo un misterio oculto bajo el velo de lo hermético, al que solamente se le permite rascar sobre la superficie. Y es que en una Orden Iniciática, secreta o discreta como la del Temple, desvelar su verdadero mensaje y finalidad, como bien dice la sentencia hermética procedente de los templos de los Misterios del antiguo Egipto: “Los labios de la sabiduría permanecen cerrados excepto para los oídos capaces de comprender”, no está al alcance de todos. Sin embargo, en este siglo las puertas del misterio templario deben abrirse y dejar salir la luz tanto tiempo oculta dentro de los muros de sus construcciones, pues: “Ahora es el tiempo donde el tiempo se vuelve ahora”. Pero antes de profundizar en esta afirmación, nos queda mucho camino por recorrer, por lo que como toda historia que se precie comencemos por el principio.

       I.            UN POCO DE HISTORIA: A pesar de que ya se ha escrito mucho sobre el Temple, veamos una breve síntesis de lo que podemos denominar: “la Historia aceptada”, aunque matizando que al referirnos a tan enigmática Orden, es mucho más lo que se especula que lo sabemos a ciencia cierta sobre ella. Por tanto, comenzaré recordando los datos sobre su origen, para seguidamente, en este primer artículo, dejar en el aire algunos de los misterios que envuelven todo lo concerniente al Temple e ir abordándolo más profundamente en sucesivos trabajos. Puede que algunas de las afirmaciones que vaya exponiendo puedan parecer inverosímiles, al no ser demostrables (al menos de momento), pero se basan en informaciones que están más allá de documentos o especulaciones. Ahora, adelante, comenzamos el viaje hacia: “Los Misterios del Temple”.
a.       Los comienzosà  De acuerdo a los datos considerados oficiales, la Orden del Temple fue fundada en el año 1118 de la mano de Hugo de Payns, primer gran maestre (hasta 1136) y 8 caballeros más de la nobleza francesa, compañeros de armas, bajo la denominación: “La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo”. El 13 de enero de 1128, un personaje realmente enigmático, de gran poder en su época hace su aparición en un concilio convocado  en la ciudad francesa de Troyes: Bernardo de Clavaral, reformador del Cister, el único hombre con acceso directo al cielo de acuerdo a la Divina Comedia de Dante, considerado como un ser excepcional con grandes conocimientos y que a sus 23 años era consultado por nobles y papas o que milagrosamente había bebido la leche emanada de uno de los pechos de una estatua de la Virgen. Sería tan curioso personaje quien establecería las reglas del Temple a modo de su padrino y protector reconociéndose oficialmente a la Orden y haciendo surgir así a la nueva Milicia de Cristo sobre los suelos de Europa. A partir de entonces, el Papa Inocencio III les concedió unos privilegios desorbitados, junto a estar libres de impuestos y de moverse a sus anchas sin el control de la iglesia rindiendo únicamente cuentas, aunque relativamente ante el Papa. De acuerdo al punto de vista de la Historia aceptada éste sería uno de los motivos que llevó a la Orden a conseguir la gran riqueza que terminaría amansando convirtiéndola en la fortuna más grande de toda Europa, junto a la que iban entregando los nobles que ingresaban en la Orden, llevándoles a ser los primeros banqueros internacionales de la historia, llegando a crear cheques bancarios y préstamos a nobles y reyes de la época, creando la mayor fortuna de Europa, lo que más adelante sería uno de los motivos o el principal de su desaparición. Verdaderamente grandes tenían que ser los medios económicos que poseyeron para poder sufragar los elevados gastos de tantos templos, castillos, santuarios o encomiendas a ellos adjudicados. Casi podríamos decir que mientras dentro y fuera de la península se destruían templos y fortificaciones en las llamadas guerras santas, el Temple construía y elevaba catedrales hacia el cosmos. Surgía así la historia de los monjes-guerreros, cuya finalidad “oficial o conocida”, sería la de defender los caminos de peregrinación a Jerusalén y Compostela. Podría decirse que del primer lugar sagrado nombrado les interesaba más a la parte guerrera de la Orden (los caballeros) y el segundo a la monacal (o habría que decir iniciática). Y es que el verdadero motivo de su fundación y su finalidad permaneció oculto al pueblo y a la iglesia, incluso hasta nuestros días, siendo más amplia y grandiosa de lo que podamos imaginar. En 1118 los 9 caballeros fundadores viajan a Jerusalén, para según de nuevo “la Historia aceptada” contribuir a la defensa de los peregrinos. Al no disponer de iglesia propia ni encomienda alguna, el rey Balduino II les alojó en el solar del citado Templo, en las caballerizas, pasando a ser conocidos desde entonces como los “Caballeros del Templo” (temple en francés) y por extensión “los Templarios”. Así los monjes-soldados vestidos con capa blanca y cruz roja sobre su hombro, comenzaron su andadura en la historia convirtiéndose en la orden militar más poderosa de la Edad Media.
b.      Su desaparición oficialà  Durante el reinado de Felipe IV “el Hermoso”, rey de Francia, los cristianos vieron perdida toda posibilidad de recuperar Jerusalén, llegando incluso a culpar al Temple de ello. Además de este hecho, el rey francés se enfrentó al Papa Bonifacio VIII sobre el año 1300, destituyéndolo y encarcelándolo bajo excusas de herejía y simonía, acusándole de haber llegado al poder papal de forma ilícita, y nombrando Papa en su lugar a Bertrand de Got (Clemente V) además de instaurar el traslado del papado a Aviñón. Todos estos hechos se irían uniendo hasta dar paso al comienzo del fin del Temple, dado que la verdadera causa del enfrentamiento de Felipe IV con el Papa, era la negación de éste a permitir el pago de impuestos por parte del clero a las arcas del rey francés, muy necesitado de bienes económicos por la guerra que mantenía con Inglaterra y la deuda contraída con el Temple. Todo ello le llevó a urdir el plan de acusar al Papa de Roma primero y años después al Temple, con la ayuda del nuevo Papa Clemente V, nombrado por él. De esta forma conseguiría incrementar sus arcas a la vez que saldar su amplia deuda con el Temple de una manera drástica, usurpando al mismo tiempo el gran tesoro que se le adjudicaba poseer a la Orden. La madrugada del 13 de octubre de 1307 (aquel viernes 13 que ya quedaría para siempre como fatídico y de mala suerte) bajo un plan perfectamente estructurado de antemano, los soldados del rey, bajo la orden de su monarca y el amparo de Clemente V, se movieron por todo el país apresando a los templarios por todas partes, curiosamente sin que estos mantuvieran ninguna resistencia ante tal injusto hecho, a pesar de que llegó ha hablarse que poseyeron un ejercito de miles de hombres y no pocos castillos. ¿Cómo entonces era posible que según se cuenta sólo en Francia se llegaran a apresar a más de 15.000 templarios?. Sin embargo, la noticia que los soldados trasmitían al monarca tras el apresamiento de los Templarios desde todos los rincones del país, incluyendo entre ellos a su último gran maestre, Jacques de Molay y sus caballeros más afines, no era la que el rey esperaba. El tesoro templario no apareció por ningún lado, ni siquiera en el castillo donde residía el gran maestre, por lo que enfurecido, el rey mandó torturar a los Templarios con la excusa de su supuesta herejía hasta que rebelasen su secreto. Este había sido retirado días antes y trasladado ocultamente en carros hasta algunos de los barcos de su flota, posiblemente en el puerto atlántico de La Rochelle y trasladado a un lugar seguro, junto el más importante de los tesoros templarios: su oculto saber y viejos documentos traídos de Jerusalén, que posiblemente a la iglesia le interesaba poseer (o que no se diesen a conocer a los fieles) ya que tal vez encerraban peligrosos secretos que de desvelarse pondrían en jaque los cimientos del propio Vaticano. Así, tras 7 largos años de tortura y cautiverio, el 18 de marzo de 1314, los maltrechos templarios supervivientes, junto su maestre Jacques de Molay, fueron llevados frente al atrio de un lugar sagrado como era la iglesia de Notre-Dame, (uno de los símbolos del hermético saber constructivo del Temple) donde ser quemados vivos. Allí, ante sus muros quedaría para siempre el recuerdo de tal injusticia, al ser considerados culpables de todos los crímenes que se les achacaban al haberlos confesado bajo el yugo de la cruel tortura, que una vez más, era infringida en nombre del dios particular de la denominada “Santa Inquisición”, amparada en la ambición brutal de otro de esos reyes de la historia interesado únicamente por su reino temporal en pro del espiritual.
c.       Su recuerdo y herenciaà En una era de tanto oscurantismo espiritual como lo fue la Edad Media los monjes-soldados fueron capaces de plasmar en piedra su mensaje de luz para que los ojos capaces de ver pudieran leerlo. El simbólico Grial del que fueron custodios y del que unos pocos ansiaban beber su “agua de vida” volvía a ocultarse. Ahora esa luz comenzaba a apagarse devolviendo a la Edad Media a su inicial era de oscurantismo, fanatismo, ignorancia y egocentrismo. Los que hasta entonces habían sido los paladines del ejército cristianismo, desaparecían envueltos entre el humo y llamas del olvido y la calumnia, dejando el terreno de la historia (momentáneamente) para entrar en el de la leyenda y el misterio. La mayor persecución se dio en Francia. En otros países europeos, como en España, las acusaciones no fueron severas quedando absueltos, lo que permitió que muchos Templarios pasaran a formar parte de órdenes existentes que recibieron sus posesiones, especialmente la de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén o a crear otras nuevas. Un ejemplo en España fue la Orden de Santiago, la de Calatrava, la de Alcántara o principalmente la de Montesa, a las que se concedió parte de los bienes requisados. En Portugal surgió la Orden de Caballeros de Cristo, custodios de gran parte del saber templario, con enclaves tan importantes como el de Tomar y que, poco después, con su cruz roja sobre las velas de sus barcos, tan directo y secreto papel jugaría dicha Orden en el surgimiento de los grandes navegantes de España o Portugal y sus descubrimientos de nuevas tierras. Entre ellas, el Nuevo Mundo, supuestamente descubierto por el enigmático Colón, quién realmente sabía muy bien a donde se dirigía en su viaje y que símbolo debía llevar grabado en sus velas: la cruz patada del Temple. Tal vez en recuerdo de los antiguos dioses blancos llegados del mar algunos siglos antes que el almirante. Así, como en otras muchas ocasiones a lo largo de la Historia de la humanidad, la oscuridad venció momentáneamente a la luz, a la espera de la liberación de una nueva batalla en el simbólico “Fin de los Tiempos”. Aunque, su aniquilación no fue ni mucho menos del todo real. Lo que podemos tener por cierto es que el Temple desapareció de la historia conocida, pero sus caballeros siguieron cabalgando ocultamente en la sombra para adentrarse en el terreno del misterio, continuando secretamente con su hermética misión a la espera del momento cósmico preciso, -del nuevo ciclo- en el que resurgir nuevamente y completarla en nuestros días. Desde entonces, mucho es lo que se ha escrito sobre el Temple; unos buscando desvelar sus secretos y otros encontrar sus tesoros, sin sospechar que ambas cosas no son sino una sola: su sacrosanto y arcano saber, el cual, ha quedado para siempre plasmado en las piedras de todas las construcciones que levantaron. Esta herencia pétrea de la humanidad, duerme su sueño de siglos, cuan Bella Durmiente, a la espera de los nuevos caballeros que la despierten y retomen nuevamente su antorcha como custodios de la sabiduría oculta, iluminando las mentes de todos aquellos que estén deseosos de ver y contribuir a que, el Divino y trascendente Plan de la Gran Obra culmine realizándose.

    II.            UNA INTRODUCCIÓN A SU OTRA HISTORIA: Como dije, tratar de hablar sobre una Orden que no ha dejado nada escrito sobre su verdadero propósito, es poco menos que imposible. Por otro lado, el legado que nos habían dejado grabado en sus libros de piedra, (sus templos), los símbolos o los documentos que referían su presencia o su legal propiedad fueron destruidos, bien intentando borrar su memoria de la historia o por temor a que la Orden resurgiera y reclamara sus pertenencias. De hecho, todavía en la actualidad suele ser curioso que no se enseñe en colegios e institutos la historia del Temple, como un tabú social a evitar pareciendo que a la Historia les interesa que sigan silenciados y olvidados en el tiempo.
a.       Sus orígenes y finalidadà A modo de breves pinceladas sobre algunos de los rasgos de su Otra Historia, comencemos por su origen y finalidad. Aunque el año 1118 sea el adjudicado a su fundación, realmente había sido gestado tiempo atrás por manos invisibles, (los guardianes del saber arcano) que vieron propicio el momento de crear una Orden, no para proteger a los peregrinos, sino para recuperar y proteger el conocimiento que durante muchos siglos dormía su sueño de piedra en templos de antiguas culturas y en viejos pergaminos ocultos a la vista de los profanos. Con la llegada del milenio, un nuevo ciclo evolutivo de la humanidad había comenzado y atrás quedara el temor al año 1000 y el supuesto fin del mundo. Tiempo era ya de continuar la labor que castas sacerdotales poseedoras de saberes arcanos y ancestrales, como los egipcios, los mayas, los incas, o entre otros, los enigmáticos druidas celtas de túnicas blancas. A todos ellos la expansión de la nueva fe católica -que no cristiana-, impuesta con una cruz en una mano y la espada en la otra, les fue progresivamente usurpando sus lugares mágicos, sus templos o rituales arcaicos. Ahora, nuevos iniciados de capa blanca buscaban en Europa los enclaves y santuarios sagrados de los celtas o, los centros de poder del planeta, señalados por desgastados menhires, dólmenes, cromlech o petroglifos, sobre los que levantar sus propios templos iniciáticos. Esto era lo que realmente les interesaba: recuperar las ancestrales rutas de peregrinación y aprovechar las especiales energías que en ellas se daban, propicias para alcanzar los estados ampliados de conciencia y el viaje interior que secretamente perseguían. Cuando un lugar determinado les interesaba, en el que existían huellas de la Tradición Sagrada o cultos ancestrales, ayudaban al rey o noble correspondiente de la zona en su lucha contra los musulmanes, o cualquier enemigo de los mismos, a cambio de que se les cediera aquel trozo de terreno o zona de su interés. Así fueron levantando santuarios sobre castros, megalitos o lugares sagrados de la antigüedad, de los que iremos hablando en su momento. Del mismo modo surgió su elevado interés por recuperar de forma especial el remoto camino de la Vía Láctea o del dios Lug o del Arco Iris de los druidas, (todo es lo mismo) más tarde cristianizado como Camino de Santiago. En el se fueron instalando a lo largo de su recorrido, pero no hasta Compostela, sino hasta donde el sol muere cada noche engullido por el Mar Tenebroso; allá en las lejanas tierras del Finisterre gallego, y en su denominada Costa de la Muerte, que más bien lo es de Renacimiento. Como atestiguan viejas leyendas y restos arqueológicos, hasta allí llegaron en la noche de los tiempos, desconocidos sabios procedentes del mar, tal vez supervivientes de alguna civilización desaparecida en el Atlántico, que vieron en aquellas costas la oportunidad de legar su saber sagrado y dejarlo plasmado en sus pétreas construcciones para la posteridad, hasta que llegasen hombres de mente y corazón abierto que supieran interpretarlo y aprovecharlo. (De todo ello hablo más ampliamente en mi libro “Galicia Mágica. La herencia olvidada”. Por supuesto, es obvio entender que el Temple no fue creado para defender los santos caminos de peregrinación contra musulmanes o bandidos sino para recuperar el saber oculto que en ellos buscaban. A lo largo del mismo no existen fortalezas o castillos donde centrar guerreros y ejercito para tal excepcional tarea (salvo excepciones como el de Ponferrada y otros pocos) sino que más bien se encuentra salpicado de monasterios, iglesias o santuarios donde recoger el Espíritu y alcanzar los estados de conciencia que les interesaban. Poco podrían hacer 9 caballeros para proteger a los peregrinos en tan extenso camino. Igualmente es incoherente e incompatible la idea de luchar contra los infieles a la vez que la de practicar los santos votos del monacato, dado que no es fácil de compaginar la idea de ver a un caballero matando musulmanes por el día y orando a Dios por la noche. Algo que más bien lleva a pensar que dentro de la Orden existía la cara conocida de los caballeros y su lucha contra el infiel y la oculta de los monjes estudiosos de viejos documentos junto la de los iniciados, posiblemente desconocida para una parte de la orden como podría ser gran parte de los caballeros que luchaban en Tierra Santa. Sin duda uno de los misterios menos conocidos es el que se refiere a su universalista misión de pretender unificar toda Europa en una sola nación y un solo rey o gobierno central, además de la unificación de las religiones predominantes en el viejo continente. Es bien sabido que su expansión por Europa no era con la finalidad de proteger ningún camino sino la de trabajar en la expansión de la Orden; o su conexión con judíos y musulmanes con quienes mantenían ocultas relaciones y compartían arcanos saberes. Sobre ello, España debería mantener un papel muy importante en su momento dado que era una tierra donde durante milenios habían convivido en paz las tres grandes religiones monoteístas: cristianismo, judaísmo y el islam. Esto podría llegar a hacer posible progresivamente que todas ellas, dentro de su diversidad se unificaran en una idea concreta: el surgimiento de la religión del Amor Cósmico que ya había preconizado el mismísimo Bernardo de Claraval. Igualmente importante a comentar en su momento, su conocimiento del continente de América y sus diferentes viajes no solo en busca de plata sino de ir preparando su plan más ambicioso: la unificación de ambos continentes.
b.      Misterios alquímicos, herméticos y cabalísticosà  Si ahondásemos en muchos de los números relacionados con la Orden nos encontraremos con la presencia de la cábala y sus arcanos misterios. Como ejemplo el propio número 11 relacionado con lo interno , lo espiritual y lo oculto que resulta de la suma de la fecha de su fundación (1118), la de su captura (1307) o la de su vuelta a Francia tras los primeros años citados en Jerusalén (1127) entre otras fechas. O el propio número 9 del total de los caballeros fundadores. El 9 es entre otras cosas símbolo de iniciación, de cambio, de búsqueda interna y de lo que en Alquimia se entiende como: “La Gran Obra”, entendiendo a los alquimistas del medievo no como misteriosos personajes que buscaban conseguir en sus ocultos laboratorios la transmutación del plomo en oro, sino más bien, la de trasmutar una mente impura en pura y un ser humano ignorante y material en otro iluminado y espiritual, a un ignorante en un iluminado. El 9 también representa la muerte iniciática, como podemos ver fácilmente en el número de casillas del igualmente iniciático Juego de la Oca adjudicado al Temple, cuyas 63 casillas suman precisamente 9.
c.       Su estancia en Tierra Santa y otros misteriosà En relación a su viaje a Jerusalén y posterior residencia en las caballerizas del atrio del Templo de Salomón, habían salido de Francia con la planeada misión, (posiblemente organizada por Bernardo de Claraval y nobles franceses portadores de desconocidos secretos), de excavar bajo sus cimientos y descubrir determinados objetos y documentos que darían a la Orden el poder y medios que precisaban para cumplir sus ocultos fines. Y adelanto que no me refiero a la tan citada Arca de la Alianza o al simbólico Grial sino a viejos documentos que entre otras cosas, contenían el saber de la arquitectura sagrada (el arte de construir de acuerdo a las energías cósmico telúricas y de bajar el cielo a la tierra). También documentos peligrosos para la iglesia cuyo contenido, de rebelarse, haría tambalear los cimientos del cristianismo. Pero hay que decir que no solo buscarían en Jerusalén sino también en Egipto o incluso en tierras ubicadas más allá de los mares conocidos, de donde extraerían en su momento parte de las riquezas que le permitirían levantar la gran cantidad de templos que llegaron a poseer en tan poco tiempo, o sufragar los gastos de todas sus encomiendas y sus miembros. Solamente de éstas últimas en granjas y casas rurales se habla de haber tenido 9.000 o un ejército de unos 30.000 caballeros con sus escuderos y sirvientes además de gremios de albañiles, artesanos o canteros. A su vuelta a Francia, tras unos 9 años en Tierra Santa, parece ser que encontrado lo que buscaban bajo los cimientos del Templo de Salomón, comenzaría curiosamente a surgir la maravilla del gótico, primero en Francia y a partir de ahí por toda Europa. Con el surgimiento del arte gótico se comenzaría a bajar el cosmos a la tierra, dibujando constelaciones por medio de las ubicaciones de iglesias y catedrales o la propia Vía Láctea sobre la faz del suelo europeo, algo similar a lo que mucho antes también habían realizado pueblos mistéricos y cosmológicos, amantes de la muerte y del renacimiento como el egipcio, los mayas o los celtas, o mucho antes que ellos los no menos enigmáticos constructores de los majestuosos megalitos, tal vez herederos unos y otros de los sabios antepasados de la madre patria perdida: Atlantis. Lo que es cierto es que el Temple poseía un saber sobre el arte sagrado de la construcción que pasado a gremios de maestros constructores y canteros levantaron templos inmensos sobre la faz de la tierra cuyas características arquitectónicas, simbólicas o astronómicas son muchas veces similares a la de los arquitectos egipcios. En los menos de 200 años que duró su existencia dejaron para la posteridad un secreto oculto del arte de la construcción y de arcana simbología que trajeron de Oriente. Con el gótico y muy posible de la mano de sus precursores, los Templarios, las oscuras y reducidas iglesias del románico y su simbología teológica del pecado y del temor divino, dio paso a la fuerza de la luz del nuevo estilo arquitectónico que entraba por sus alquímicas vidrieras, sumado a la majestuosidad de sus proporciones llenando capiteles y fachadas de simbología arcana y hermética como los templos histéricos de la antigüedad. Entrar en una catedral gótica era acceder al cielo en la tierra así como al reino interno donde permitir que la mente y el corazón se abran y la conciencia se expanda a modo de cajas de resonancia que nos permiten entrar en contacto con las sutiles sintonías del planeta y del cosmos. La antorcha de la sabiduría salió de su escondite y comenzó a recorrer nuevamente los caminos de Europa levantando templos en honor al Cristo (distinto a la idea del que se suele tener), o especialmente a su venerada Virgen María o Virgen Madre, (que representa a otro personaje muy diferente a la madre de Jesús), junto a la advocación de santos de oculta simbología arcana. De todos ellos iremos hablando en esta sección en su momento, pues como vemos… muchos misterios para una sola Orden de simples monjes-guerreros que supuestamente practicaban la obediencia, la oración y la castidad. Posiblemente también tuvieron contacto con el misterioso personaje conocido como el Preste Juan, al que leyendas medievales relacionan con los reyes magos y otro rey más misterioso y legendario denominado el Rey del mundo. Todos ellos ciudadanos de un poderoso reino y altísimos conocimientos y poder terrenal y espiritual que algunas leyendas ubican en el interior de la tierra; una mítica ciudad denominada Aghartha de la que habían llegado muchos de los grandes sabios de la antigüedad y que tanto han buscado los místicos, los iniciados o los amantes del saber oculto de todos los tiempos. De acuerdo a antiguas leyendas de Oriente y Occidente, en el final de la Era de Kali-Yuga (en la que estamos actualmente) el Rey del Mundo saldrá de su reino intraterrestre frente a su poderoso ejército para vencer a las Fuerzas Oscuras e implantar la nueva Era Dorada de la humanidad. Pero, esto es otra historia.
d.      Su arrestoà  Si analizamos la facilidad con la que los caballeros templarios se dejaron apresar a pesar de su fuerza militar, algo similar a lo que tiempo atrás había acontecido con otro grupo herético como lo fueron los cátaros, en su momento protegidos por el Temple, aunque con diferente finalidad y sin poderío bélico, pareciera como que, a sabiendas de que aquel no era el momento para llevar adelante por más tiempo su oculto y universalista proyecto, debían desaparecer de la historia como ya dije, a la espera de que se cumpliera nuevamente el momento preciso que les llevase, cuan ave fénix, a renacer de nuevo sobre sus propias cenizas. Es sabido que de la ceniza puede volver a producirse una nueva hoguera y eso es sin duda alguna lo que en los albores del nuevo milenio ya comienza a brotar desde el eco del pasado y desde el silencio de las pétreas bocas de las estáticas pero presentes estatuas de sus santuarios a la espera de poder desvelar el arcano secreto del que son portadoras. Tiempo es ya de que las estatuas esculpidas en sus templos despierten de su sueño de piedra y convertidas en hombres del tiempo presente vuelvan a transitar los ancestrales caminos de Europa para que finalmente la meta final de los Templarios se cumpla en la Tierra. Pero, permíteme que este enigma te lo desvele en su momento en la novela en la que trabajo, la cual, con la ayuda la silenciosa voz interior y del tan preciado tiempo pronto puede dar a luz y compartirla contigo.
e.       Mensaje finalà Verdaderamente del Temple solamente se ha llegado a conocer lo que ellos mismos han querido que se conociera. Lo que es claro, es que existía una parte de la Orden que eran los guerreros, los que pelearon en Jerusalén, entre otras contiendas, y el reverso de la moneda, el verdadero propósito de su fundación, que permanece oculta para el profano, incluida para la iglesia y los reyes de su tiempo. Posiblemente, Jacques de Molay y los demás maestres no eran más que la cara visible de las manos invisibles que dirigían los mecanismos internos de la Orden y cuyos nombres no pasaron a la historia. La Orden y su verdadera misión no terminó bajo las llamas sino que esta permaneció tras el espeso velo de lo oculto a la espera de poder descorrerse y para lo que ya no falta mucho. Aunque deseo adelantar, que nada tienen que ver las diferentes seudo-órdenes que actualmente se adjudican ser los herederos del Temple, por muchos documentos que esgrimen poseer. El Temple, en su verdadera raíz, siempre ha sido oculta, hermética, y todavía lo sigue siendo. Tampoco es ya tiempo de vestirse con capa y espada y celebrar ceremonias sociales más o menos ostentosas en las que por cierto, suele verse más la “posición”, social o económica de los nuevos miembros que su “intención”, sea ésta buena y noble en pro de los fines universales y fraternales que siempre persiguió el Temple. La Rueda del Dharma siguió rodando desde la desaparición oficial de la Orden y los nuevos Caballeros de la Luz visten y viven al modo de la época, pudiendo ser uno de ellos quien menos te lo esperas, sin que nunca llegues a saberlo directamente de sus labios. Como pasa con construcciones majestuosas que atentan contra lo establecido, como la pirámide de Keops, por ejemplo, si no se hubiera mantenido en pie por tantos milenios la historia y la arqueología sencillamente negarían su existencia. Del mismo modo, si no hubieran quedado documentos sobre la existencia real del Temple, sencillamente se negaría, incluyéndolo dentro del terreno de la fantasía y la leyenda. Entonces, al referirse a ella no tendríamos más remedio que como todo cuento iniciático que se precie comenzar escribiendo la simbólica frase: “Erase una vez…”. Sin embargo, ahí está su recuerdo, su mensaje y sus huellas sobre el polvo del camino transitado por sus monjes-guerreros llevándonos a seguir hablando del Temple siglos después de su existencia. Algo que les convierte todavía en mágicos, misteriosos, desconocidos y guardianes de un saber arcano y oculto que venció el paso del tiempo a la espera de ser desvelado en nuestra era. Seguiremos desempolvando su recuerdo en sucesivos trabajos. Hasta entonces queda en paz compañero.

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AUTOR: Santiago Pazhín (Escritor – Investigador). Correo electrónico: santiago@yogaceysi.com
Fundador de la Agrupación Galicia Rutas Mágicas (AGRM). Autor de “Galicia Mágica. La Herencia Olvidada” (Actualmente en fase de reedición).  
*El presente artículo es recopilado de la revista virtual “Guía Cielo y Tierra. es” (espiritualidad – universo holístico). Pág. 44-53.*



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