SABIDURIA DE LOS TEMPLARIOS
El presente trazado es un resumen y análisis del
libro "La Sabiduría de los Templarios" escrita por Arnauld De Saint
Jacques, como parte de la formación del camino templario, que explora la
historia de la Orden del Temple y su legado espiritual.
A través de la narrativa, se presenta la idea de
que los Templarios eran una organización avanzada para su tiempo, que buscaba
la verdad y la sabiduría a través de la fe cristiana y la alquimia. El libro
explora cómo los Templarios creían en la importancia de la conexión entre el
cuerpo, el alma y el espíritu, y cómo esto se reflejaba en su forma de vida y
en su búsqueda de la verdad. El libro también presenta la idea de que los
Templarios eran una organización espiritual que buscaba la unión con Dios a
través de la práctica de la alquimia y la meditación. Se discute cómo los
Templarios creían en la importancia de la transmutación alquímica, que se
refiere a la transformación del ser humano en un ser divino.
En resumen, el libro presenta la idea de que los
Templarios eran una organización espiritual avanzada que buscaba la verdad y la
sabiduría a través de la fe cristiana y la alquimia. A través de su forma de
vida y su búsqueda de la verdad, los Templarios creían en la importancia de la
conexión entre el cuerpo, el alma y el espíritu, y buscaban la unión con Dios a
través de la práctica de la alquimia y la meditación.
En el prólogo hace referencia a la llamada, esa
llamada que cada uno espera en el interior, donde nos llaman por nuestro
nombre, después de 9 año acepta su llamado por la Orden y antes partir purifica
su alma y aquieta su mente y se pone en comunicación con su egregor con el
maestro desconocido el cual guiado su espíritu y sus pasos durante su búsqueda
y espera, toda luz viene de oriente.
I.
CAPÍTULO
1: "LA ESPADA, EL MAGO, EL AGARTHA Y LA ROSA"
El 12 de junio de 1952 Jacques, el Archimaestre
del Resurgimiento en el mismo “Agartha” de la Borgoña, iniciaba una nueva
manifestación de la Orden del Temple; este capítulo presenta al lector a los
personajes principales de la historia de los Templarios y cómo sus acciones
influyeron en la Orden. Se habla sobre cómo el fundador de la Orden, Hugues de
Payns, y su compañero Godofredo de Saint-Omer, se unieron para proteger a los
peregrinos que viajaban a Jerusalén. También se menciona cómo el Gran Maestre
Jacques de Molay lideró a los Templarios durante la caída de la Orden.
En el camino del conocimiento nada es normal, el
conocimiento se produce para cada uno fuera del tiempo y del espacio en un
lugar inaccesible e incontrolable para el resto.
Se hace hincapié que el salvoconducto para
cualquier adepto o postulante era el propio comportamiento, la capacidad y
búsqueda de conocimiento. Lo único que se podían prometer era un “SENDERO DE
BÚSQUEDA”, arduo, sembrado de dificultades, de posibles caídas, pero a la
postre gratificante y luminoso.
La Orden nunca fue una orden secreta sino una
orden discreta, con libertad para impartir el conocimiento según la Ley que
prohíbe tirar las perlas en los estercoleros. El Temple no pretende sustituir a
poder alguno, por el contrario, intenta devolver al ser humano su autoridad
espiritual, su poder sobre la materia en el seno del Templo Eterno que se ha
continuado en el tiempo y el espacio.
II.
CAPÍTULO
2: "LA PUERTA SECRETA DEL TEMPLO"
En la antigua ley el conocimiento estaba en el
templo y no se podía acceder al rito fuera de él, en la nueva ley Jesús el
Cristo libero el rito y convirtió la naturaleza humana en Templo Visible y
receptáculo de conocimiento, como cuando le pidió Jesús a la samaritana que le
diera de beber y este le dijo que si en verdad se hubiera dado cuenta quien le
solicita agua, seria ella quien le pidiera que le diera “AGUA VIVA” (el agua
del conocimiento).
La trayectoria del conocimiento viene desde RAM
7000 años antes de Cristo, la primera manifestación templaria de nuestra era
Adámica, luego Egipto donde los templos pertenecían a la iniciación dórica de
Ram, el temple bebe directamente de la fuente del verbo.
El secreto de todo conocimiento está en su
unificación, el la armonía, entre lo positivo y lo negativo. Jesús, nos abre un
nuevo camino donde el maestro nos da la llave para que cada discípulo habrá las
puertas del conocimiento y suba peldaño a peldaño, el temple asume esta Ley da
a quien quiera y desee el conocimiento, depende del aspirante a esta llave
antes o después.
Empezar la búsqueda del Grial significa; un
sendero arduo, difícil, peligroso, “en la
Milicia Sagrada, aprenderás su disciplina, a servir, a obedecer y a callar.
Servir a Cristo a través de la Orden, de tus Hermanos y de todos los hombres
que encontrarás en tu camino (…) Tendrás que ser humilde, sencillo de corazón,
renunciar a tu egoísmo, a tu satisfacción personal (…) No esperes ni honores,
ni recompensas, ni descanso. Tu única gloria estará en ser un pobre soldado de
Cristo y de María”.
“Eres la
piedra no tallada que cincelarás tú mismo con el esfuerzo constante”.
“La cruz
que llevarás como sello indeleble de tu condición de Templario”.
“La
Regla y sus doce capítulos”.
III.
CAPÍTULO
3: "LA EMPERATRIZ, EL PODER Y LA CARNE"
El poder del Temple fue envidiado y deseado tanto
por la Corte Francesa, como por la Iglesia y otros, se ve en la historia que la
corte de Francia y Felipe el hermoso estaba endeudado con los Templarios y este
con sus mal manejo de la economía de Francia, cargo al pueblo con impuestos así
como con la devaluación de la moneda, los falsificadores de monedas
contribuyeron con su parte a que el pueblo lo rechazara, este en un motín que
hubo en París se refugio en la torre de los Templarios, gracias a Jacques de
Molay el gran maestre dio refugio y disperso el motín, Felipe fue testigo
presencial desde la torre del poder que tenia el gran maestre y deseo poseerlo,
así mismo empezó un plan para apoderarse de las riquezas y poder de los
templarios, en su plan compro a un arzobispo y lo hizo nombrar Papa (Clemente
V), también manifestó públicamente su deseo de pertenecer a la Orden al menos
como miembro honorario, con la esperanza de llegar a ser Gran Maestre en el futuro, a lo que El Gran
Maestre declino este honor y tajantemente le dio una negativa.
Cabe resaltar que la ORDEN había sido perseguida
solo en Francia, y esta hubiera podido permanecer en el resto de Europa, pero
entro en una noche en 1314, hasta nuestros días 666 días después. Nuestra base
es distinguir entre las razones del espíritu y las razones de la carne para
ejercer el poder y manejar los instrumentos propios de la sabiduría, cualquier
aspirante que no aprende esta clave es desechado según la ley. En la Orden no
eran importantes ni las riquezas, ni la flota, ni las encomiendas; era
importante su función en el ámbito del plan cósmico válido para la evolución
del planeta Tierra
IV.
CAPÍTULO
4: "EL GRAN MONARCA, LA SINARQUÍA Y EL TEMPLE"
Jacques de Molay el último Gran Maestre de la
Orden del Temple, que conocía perfectamente esta lección, sabía que la Ley del
Templo no es la Ley del reino de la materia. Y comprendía que instaurar el
reino de la Luz en el reino de la naturaleza no podía hacerse por la fuerza.
Por ello, en virtud de su compromiso, añadió su holocausto para propiciar la
venida del nuevo reino. Y mientras las llamas comenzaban a quemar sus pies,
elevó sus ojos al cielo y repitió la plegaria del Oficio Templario: “Nos, Caballero de la Orden del Temple,
pobre soldado de Cristo, al servicio del Hombre Universal, por la gloria de
Dios y bajo el signo de la Cruz de Sangre y de Luz, elevamos nuestros
pensamientos hacia las jerarquías vivientes, a través de las esferas creadas,
en la gran unidad cósmica. Y en el nombre del Corazón Llameante, símbolo del
Amor y del Fuego Creador, llamamos en nuestra ayuda a las Inteligencias
angélicas de los elementos en sus reinos respectivos. Con amor, en el nombre
del Cristo, y del Hombre Espiritual, la Estrella Llameante, solicitamos ser
amparados en este día para el servicio del Temple, que permanezcamos en el
pensamiento de la Unidad de la Orden en su Egregor terrestre y supraterrestre.
Somos UNO con la Orden en el tiempo y en el espacio. Que Dios, por nuestro
intermedio, la mantenga en su pureza y le dé la potencia para su única gloria”.
Uno de los objetivos secretos del Temple fue
instaurar la Sinarquía en la Tierra, como lo hizo Ram y como lo intentó Moisés
con el pueblo judío. La Sinarquía llevaba a cabo la aplicación de las leyes
cósmicas en la Humanidad con tres consejos: uno teocrático intérprete de la
Autoridad divina, otro imperial y monárquico en el gobierno de las naciones y
los estados, el tercero democrático en la gestión y gobierno de los pueblos. La
Autoridad viene de arriba, del espíritu, no de abajo. Tal es el fundamento de
la Sinarquía, que significa ‘gobernar según los principios’.
El Temple del siglo XIV, como el Temple de los 9
caballeros de Cristo que se aposentaron en las cuadras del Templo de Jerusalén,
llevaban grabado a fuego en su carne el sello de la Orden: un caballo guiado
por dos caballeros que forzosamente debe dirigirse donde ellos le ordenen ir,
cuando ellos lo ordenen desde su inteligencia superior; la autoridad del Temple
era sinárquica y venía por tanto desde arriba, y estaba en su poder cambiar los
planes cuando así era preciso por el derecho y la ley universales.
El Temple es una ‘ORDEN’, un ‘ORDENAMIENTO’, una
‘ESTRUCTURA’ ordenada que se desarrolla en torno a la autoridad elegida por
todas las células componentes —los ‘Caballeros y Damas Templarios’— para hacer
valer, permanecer, encamar, manifestar y difundir los principios emanantes del
ESPÍRITU a la materia.
Los Templarios, impidieron la expansión de las
campañas bélicas de los cruzados y pusieron cuanto estuvo de su parte para
impedir que destruyeran en el Islam lo que no debían destruir. Recuerda que el
Temple intervino frecuentemente para liberar a los prisioneros cristianos en
manos del Islam. El Temple sostuvo contactos con el “Viejo de la Montaña” y
quiso, tanto en Jerusalén como en Europa, afirmar la convivencia de las tres
grandes religiones históricas: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo.
El Temple había venido a reorganizar las sociedades
terrestres para llevar a cabo posteriormente la aplicación de los principios
divinos de la Ley Universal, tal como estaba contenida en las Tablas de la Ley
y en el nuevo mandato del Cristo, ése era el objetivo real y secreto del
Temple. Ése es hoy el objetivo de la Orden del Temple, de los Caballeros y
Damas del Temple resurgido.
En el pasado, como actualmente, la Orden se movía
con los pies bien asentados en la tierra y la cabeza erguida, dirigida a los
cielos, pero el corazón entre ambos. Nos preocupa este mundo desequilibrado en
sus tres planos: cuerpo, alma, espíritu.
V.
CAPÍTULO
5: "EL HIEROFERANTE Y LA POTENCIA DEL RITO"
El rito templario es anterior a la Iglesia
Católica como institución. El rito templario procede de Ram el Celta, a través
del Melquisedec, y se continúa en el rito esenio.
El RITO para el Temple es una ‘LLAVE’, no una
fórmula o una ceremonia para contacto entre intermediarios.
El Temple nació libre e independiente de los
poderes religiosos y políticos. En el medievo fue reconocido por Roma diez años
después de su nacimiento. Pero ello no supuso que se integrara en las
estructuras eclesiásticas; no era posible. El carácter universalista de la
Orden suplantaba el de la Iglesia Romana. El Temple admitía en su seno gente de
todas las religiones sin pedirles que renunciaran a ellas, inclusive algunos
excomulgados. En el Temple no existieron dogmas ni árida exégesis, sino
simplemente una búsqueda sincera y humilde de la verdad por medio de la
revelación de Jesús el Cristo.
El Temple fue y es milicia del Verbo y por consiguiente
defensor de la religión del verbo. Por ello encuentra la base de su doctrina en
los escritos atribuidos al apóstol Juan el Esenio, profeta del Verbo, y en
especial en los arcanos de su Evangelio que constituyen la iniciación a los
pequeños y grandes misterios de Cristo.
“La
originalidad de nuestra Orden reside esencialmente en su sacerdocio laico,
alimentado por el pan y el vino espirituales del Oficio Templario. Este Oficio
es un rito de redención por la sublimación alquímica del pan y el vino, símbolo
inconfundible del Verbo que está centralizado en ellos. La comunión de los
hermanos templarios se establece no sólo con el Señor, muerto y resucitado en
un cierto momento de la historia, sino con el Verbo Creador y Encarnado en toda
la historia de la Humanidad. Nuestro rito no es un sacrificio, como lo es la
Misa eucarística; no hay transustanciación, sino sublimación alquímica. El pan
simboliza de manera espléndida la carne de María, que por la maravillosa
alquimia de la Inmaculada Concepción vuelve a ser el cuerpo de Jesús, el Hombre
Universal. El vino es el símbolo del espíritu que vuelve a ser el espíritu de
Cristo-Dios, el Hombre Espiritual. El Oficio Templario viene a ser el sello de
Salomón, donde el triángulo inferior representa la fuerza de evolución del
Verbo Creador, el superior la fuerza de redención del Verbo Encarnado y el
punto central la Tierra, María Madre de los discípulos y Madre Universal. El
oficio Templario es fundamentalmente MARIAL, anuncia la Nueva Era, la Parusía y
la Tercera Alianza. Es el mismo rito que fue celebrado durante mucho tiempo por
la Iglesia Primitiva”.
Al entrar en el templo para cumplir el rito
templario, los componentes de la Orden reconstruyen las dos columnas, las
viejas columnas del templo del gran maestro Salomón. Lo hacen situándose los
hombres en la columna de la derecha y las mujeres en la de la izquierda. Sin
romper la formación ingresan en el Templo y siguen manteniéndose a la izquierda
del altar las Amazonas y a la derecha los Caballeros.
VI.
CAPÍTULO
6: "EL AMOR, EL CONOCIMIENTO Y EL CAMINO DE LA TAU"
La orden no excluye el matrimonio; por el
contrario, para poder atravesar el tercer escalón del atrio, es imprescindible
haber decidido correctamente la armonización de los binarios, estar en camino
de reunirlos. Esa reunión sólo puede realizarse a través de diversos tipos de
amor, y en el amor conyugal el conocimiento no se cumple si la elección de la
pareja ha sido errónea, si nos hemos dejado influir por elementos ajenos a la
reunión de los binarios: el dinero, la belleza exterior, la posición social, sus
condicionamientos intelectuales. Es imprescindible en este tramo del camino
saber leer dentro ‘intuir’.
El encuentro entre dos seres de distinto sexo es
para el amor, el amor es para la obra y la obra es para los hermanos. La
verdadera esposa no existe: ha de ser creada por el esposo y a la inversa. De
este modo, real y analógicamente, la esposa es la tentación, el escollo y la
serpiente que puede hacer perder el camino al esposo, pero también puede ser la
materia prima sobre la que, trabajando, puede conseguir la piedra filosofal, la
puerta de acceso al árbol de la vida y del conocimiento.
Todo lo que se ejecuta en el plano físico procede
de otros grados de la energía manifestándose gradualmente hasta concretarse en
el físico, en la naturaleza, en las formas densas, quien tiene la capacidad de
ver, puede penetrar en el proceso antes de que llegue a terminarse, de forma
que participe activamente en él y no de manera inconsciente.
En el Oficio Templario, cada asistente al rito
toma el pan y el vino y lo come en memoria del Señor, el pan y el vino que
brota de la savia del jardín del Edén transmutado y sublimado: “El pan y el vino utilizados en la última
cena, el pan y el vino que constituían el corazón de la vida de los esenios,
precursores de la Orden del Temple”.
La oración de la ‘UNIÓN’ de los Caballeros del
Temple dice así. “Nosotros, Caballeros y
Amazonas blancas de la Orden del Temple, pobres soldados de Cristo, al servicio
del Hombre Universal, por la gloria de Dios y bajo el signo de la Cruz de
Sangre y de Luz, elevamos nuestros pensamientos hacia las jerarquías vivientes
a través de las esferas creadas, en la gran unidad cósmica. Y en el nombre del
Corazón «flameante» símbolo del amor y del fuego creador, llamamos en nuestra
ayuda a las inteligencias angélicas de los elementos en sus reinos respectivos.
Con amor, en el nombre de Cristo, el Hombre Espiritual, La Estrella flameante,
les pedimos nos asistan en este día desde lo más alto y con el más puro grado
de su poder, para servicio del Temple y el mejor provecho de ellos mismos”.
San Miguel Arcángel fue encargado de echar del
Edén al ‘HOMBRE’ y San Miguel Arcángel ha de ser el encargado de recibirlo de
nuevo en el Edén, levantándole la prohibición de probar tanto del árbol del
conocimiento como del árbol de la vida.
En la terminación del Oficio Templario hay una
súplica a San Miguel Arcángel que, por su significación y alusiones a este paso
en el camino del conocimiento, es fundamental. Dice así: “Gran San Miguel, arcángel de amor y de fuego, guardián de la Espada
Flameante. Tú, vencedor de los infiernos, que derrotaste al Dragón, libera
nuestros espíritus y enciende nuestras almas; haz circular por nuestros cuerpos
una sangre invencible, para que, soldados de Cristo, esperemos la muerte como
al amanecer contemplamos la aurora. San Miguel de Nuestra Señora. ¡Sálvanos!”.
El Temple, los caballeros y amazonas templarios,
hacen cuanto está en su mano desde hace muchos siglos por remontar las
corrientes de los ‘cuatro ríos’, las cuatro vías alquímicas que pueden conducir
hasta el Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento, todavía hoy situados en
el centro del Edén: el corazón del ser vivo.
En el Temple medieval, los caballeros de San
Bernardo, volviendo a las fuentes, hicieron el camino de Jerusalén y allí
encontraron las claves que devolvían a la Orden el secreto del Edén, los
materiales que un día le fueron arrebatados al Hombre para trabajar la materia
y salir de la pobreza de cuerpo, de alma y de espíritu en el que durante siglos
había tenido que vivir. Luego enseñaron a otros el camino que permitía el
acceso al “árbol del conocimiento del
bien y del mal” y lo protegieron durante siglos con sus vidas. Ese camino
circulaba por la vía horizontal de la tau, de Occidente a Oriente, porque toda
luz venía de Oriente. Finalmente, cuando las claves estuvieron guardadas en el
corazón del Temple, en su ‘Agharta’ secreto trasladaron también las rutas en
las que se impartía el conocimiento, por las que podía transitarse con
seguridad y hacer el camino de regreso al ‘HOGAR’. Este camino llevó hasta Finisterre
y tuvo como meta la ‘tumba del Apóstol Santiago’ en Compostela. El Rito en la
nueva era, después de la venida de Jesús, había sido encomendado a los tres
apóstoles que presidieron la transfiguración: Pedro, Santiago y Juan. El Rito
residía y reside a sus tres niveles, —físico-astral-espiritual— en las ‘tres
Iglesias en una’. El libro de la “T” está presente a lo largo de todo el camino
que conduce desde el corazón del Temple a Santiago y desde el Corazón del
Temple a San Juan. El mandato es que el camino se haga en pareja, dos
caballeros o caballero y amazona sobre un caballo. El caballo conoce el camino
que conduce al jardín del Edén, donde crecen el Árbol de la Vida y el del
conocimiento del bien y del mal; pero en el planeta Tierra, en el siglo XXI, el
‘CABALLO’ no dejará de comer del fruto si los jinetes no tiran de las riendas
en el momento oportuno; no es del caballo sino de los jinetes el derecho a
tomar y comer las frutas.
VII.
CAPÍTULO
7: "EL CARRO, EL SELLO Y EL ESPÍRITU"
Bernardo de Claraval, que había sido el artífice
de una nueva orden que pretendía asociar la espada temporal y la espada
espiritual, se había dirigido a los soldados de ‘élite’ que constituían la
Orden del Temple en estos términos: “Marchad
felices, marchad en paz, buscad con un corazón intrépido a los enemigos de la
cruz de Cristo, seguros de que ni la vida ni la muerte podrán situarnos fuera
del amor de Dios que está en Jesús. Ante cualquier peligro, repetid estas
palabras: vivos o muertos, estamos en el Señor… ¡gloria a los vencedores,
felices los mártires!”.
Cuando suena la hora de la guerra, se protegen
por dentro de fe y por fuera de hierro; desean armarse, no detenerse, inspirar
terror al enemigo, no tentar su avaricia. Lo que desean es la batalla, no el
desfile, deseosos de victoria y no de vana gloria, preocupados por hacerse temer
más que por hacerse admirar. Cuando al caballero le eran dadas las panoplias,
el mandoble, el caballo y el escudo, se le daba una defensa y a la vez unos
instrumentos de conquista que podía y debía utilizar en cada caso al
encontrarse con la realidad del enemigo. Todos los instrumentos le garantizaban
su seguridad, pero su manejo le daba el poder sobre el enemigo y en el poder
sobre el enemigo debía batirse sin violencia, sin tregua, sin temor, con
rapidez, con amor, con fuerza.
En el sello del Temple, en el escudo del Temple, dos
caballeros montan un sólo caballo. El espíritu y la psique se unen para
experimentar en la materia. Por el contrario, en el ‘Carro’ o séptima carta del
Tarot, el caballero único es el espíritu, que tira con sus riendas de las dos
esfinges, las dos partes de animal que constituyen el ser humano, sus dos
polaridades sin reunir, el cuerpo del deseo y el cuerpo de la materia.
Nueve caballeros, nueve peregrinos, sin caballo,
ni carro, ni montura, apellidados ‘pobres soldados de Cristo’, llegaron a
Jerusalén con ánimo de instalarse en los establos anejos al Templo de Salomón,
sin objetivos bélicos, sin afán de riquezas, sin deseo de gloria, sumidos en un
absoluto silencio, socorridos en su pobreza por las dádivas de los cristianos
ocupantes.
El Abad de Acre de triste memoria para la
historia del Temple y de la Cristiandad, se refería a ellos en estos términos:
“El rey de Jerusalén, sus caballeros y el
Patriarca, movidos a compasión por estos nobles hombres que lo habían
abandonado todo por Cristo, les cedieron ciertas propiedades y beneficios para
prevenir sus necesidades. Y puesto que no tenían ni iglesia, ni habitación, el
Rey los alojó en su palacio, cerca del Templo del Señor. El abad y los
canónigos regulares del Templo les dieron, para las necesidades de su servicio,
un terreno no lejos del palacio”. De este modo nacieron los Templarios. Y
así los ‘pobres soldados de Cristo’ se convirtieron en ‘Caballeros del Temple’.
Cualquiera se preguntará: ¿De qué modo pudieron ser caballeros del Temple, si
no llevaban armas, ni se presentaron como milicia que acudía a engrosar las
huestes del Rey de Jerusalén para completar su defensa?, los Caballeros del
Abad de Claraval fueron a Jerusalén interesados por el subsuelo del Templo de
Salomón, y su conquista, yendo sin los atributos del guerrero. Era una
conquista de paz y sabiduría: la conquista del Santo Grial.
Ni el rey Balduino II de Jerusalén, ni el papa
Eugenio III conocían realmente los objetivos reales o secretos de la Orden del
Temple. Estaban en el secreto desde el inicio, Bernardo de Claraval y Hugo de
Champagne con los demás caballeros, llegaron a conocer el secreto de la Orden
otros hombres de armas, que las llevaban más como camuflaje que como oficio, y
para referirse a un hombre fundamental, cabe citar a Godofredo de Buillón, que
se definió a sí mismo como mensajero cultural de Jerusalén hacia Occidente y de
Occidente en Jerusalén.
El objetivo primero y secreto de los Pobres
Soldados de Cristo, fue organizar la recuperación de los ‘Depósitos’ sagrados
de los que el Temple iba a ser guardián y no propietario, durante algunos
siglos estos depósitos sagrados, parte de los cuales fueron encontrados en los
subterráneos del Templo de Salomón; su segundo objetivo: el de servir a todo
peregrino que se internaba en el camino del conocimiento, el de prestarle
alimento y comida, el de restañar sus heridas, el de protegerle de los enemigos
y salteadores. De este modo los caballeros templarios, desde Jerusalén a Roma,
desde Roma a la Champagne y de Cluny a Santiago de Compostela traían y llevaban
su mensaje primordial: la primacía de lo espiritual sobre lo temporal, el
triunfo del espíritu sobre la materia.
VIII.
CAPÍTULO
8: "LA LEY, LA JUSTICIA Y EL CAPÍTULO TEMPLARIO"
A
la entrada del camino del conocimiento, está grabada con caracteres indelebles
una ley: la de causa y efecto. En el
Temple esta ley estaba recogida en la Regla.
Todos los hechos de un discípulo cualquiera se
sitúan en el presente, pero en virtud de esa ley tienen una carga del pasado y
señalan unas condiciones de obra para el futuro. Es decir, el discípulo, el
buscador del conocimiento, situado en el tiempo y en el espacio, actúa equilibrando
sus deudas con dádivas y siembra para el futuro, dando sin recibir ni reclamar
nada a cambio. En el Temple esta ley estaba referida a los tres planos del ser
humano y abarca por tanto la conciencia en los tres primeros peldaños del
conocimiento. La ley en estos tres peldaños quedaba refrendada con los tres
compromisos: el de pobreza, el de castidad y el de obediencia. Es decir, se
comprometía cada uno a observar en sí mismo el control de la materia (el
dinero), el control de los afectos (la castidad), el control del ego (la
obediencia a quien detentaba la autoridad).
El quebranto de estos compromisos era muy grave y
podía conducir al ‘caballero culpable’ al camino sin retorno. El mismo Consejo
que le había recibido con el beso de paz, podía determinar su expulsión de la
Orden y solicitar que su nombre fuera borrado del libro sagrado de la milicia.
El 12 de abril de 1973, en el 666 aniversario del
arresto, un pequeño número de templarios, enviados por la Orden del Temple,
bajo apariencia de simples turistas, retomaron ritualmente el hilo de la Orden,
exactamente en el mismo lugar del coro de la Catedral de San Mauricio de Vienne
en que Raimundo Lulio lo había sellado, y rezaron en voz alta la oración más
querida de los templarios medievales: “Rindamos
gracias a la Virgen María, Nuestra Señora, porque Ella es el Jefe de nuestra
Orden. Porque Nuestra Señora fue el comienzo de nuestra Orden, y por Ella y en
su honor será, si a Dios place, el retorno de nuestra Orden. Y el fin de nuestras
vidas”.
IX.
CAPÍTULO
9: "EL GONFALONERO, LA LUZ Y EL EXILIO"
El año 1970 la Orden del Temple había sido
reconocida oficialmente por el gobierno de Mónaco. A partir de ese momento,
según las previsiones establecidas en el tiempo, fueron despertando los tres
aspectos del Temple medieval: el iniciático, el religioso y finalmente el
caballeresco; espíritu-alma-cuerpo. Sin embargo, los tres aspectos estaban ya
presentes en la Orden desde el principio, desde el año 1952. Pero la formación
y estructuración del Temple, en su resurgimiento, estaba prevista en ciclos de
11 años.
Los templarios de hoy conocen la venida del
Paráclito y la preparan, sabiendo que él es la fuente de toda creación, que en
él reúne lo disperso y que representa el ‘SIGNO’ esperado por los adeptos. Sin
él nada puede ser hecho.
El Temple tiene hoy, como ayer, una doble
vocación mesiánica: en su forma esenia prepara la venida de Cristo; en su
aspecto templario recibe y acoge la manifestación del Paráclito. Esta doble
vocación se recoge también a nivel comunitario y florece en las comunidades
esenias de donde fueron elevados sus miembros más destacados en la iniciación. Por
eso Juan Bautista fue enviado al desierto a preparar los caminos del Señor. En
esta misión y en este secreto que toca el conocimiento del alma de Cristo, se
sitúa actualmente la Orden del Temple. Y cuando el día llegue, cada uno tomará
su manto con la cruz templaría, su bastón y su lámpara y saldrá camino del
exilio portando el estandarte de la Orden para reunir lo que ha sido dispersado
durante seis siglos.
La tau es anterior a la cruz alquímica. La tau
fue la primera cruz templaría y expresaba el espíritu sujeto todavía por la
materia, mientras que la cruz de Sangre y Luz, la Cruz del Temple y del
Beaucens, representa ya el espíritu que ha transportado el alma y redimido el
cuerpo. La tau señaló y señala los lugares en que el conocimiento se impartía,
los lugares en que las claves habían sido depositadas y los lugares que
volverán a cumplir el Rito en este nuevo giro de la rueda.
El hecho de hacernos templarios no nos libera de
nuestras obligaciones familiares, sociales, laborales. Tenemos que seguir
haciendo algo por el ‘CUERPO’ de esta humanidad, aunque las batallas del
espíritu nos llamen al combate cada mañana
X.
CAPÍTULO
10: "LA CRUZ, LA RUEDA Y LOS CICLOS TEMPLARIOS"
El Temple tiene su patrono. San Miguel es el
ángel que custodia, guarda y guía al Temple para nosotros la parusía no es el
fin del mundo, sino el retorno del Cristo en gloria, la culminación de la
redención, la transformación de la especie, la mutación definitiva del ‘homo
sapiens’ en el ‘homo cristicus’.
Todo en el Temple brota de la cruz: su
criptografía, su alquimia, sus reglas y sus leyes; algo que muchos no han
sabido ver y por ello no han podido entrar nunca en el interior y en la
sabiduría del Temple.
XI.
CAPÍTULO
11: "LA ALQUIMIA, LA PUREZA Y EL LEÓN VENCIDO"
En la primera asamblea del pasaje, el
Archimaestre inició una alocución en estos términos. “Al comienzo era el hombre andrógino, hombre y mujer a la vez, positivo
y negativo, simbolizados por la cruz, con ambas polaridades perfectamente
equilibradas. Tal era Adán antes de la Caída. Después, Dios en sus designios
separó una polaridad de la otra y de una criatura hizo dos complementarias”.
“Dios, alquimista, separó (solve) para
reunir mejor después (coagula). De la distancia surgida entre las dos
polaridades nacería, brotaría, a partir de ese instante la más formidable
energía de atracción que pueda existir en el mundo creado, sobre todo en la
especie adámica”. No se puede entender en profundidad la noción de
autoridad y poder más que a la Luz de esta Ley de polaridades complementarias
en la que permanece inscrito todo el mundo manifestado. Y es por tanto
necesario, antes que nada, que cualquier empeño, intento, acción o deseo,
tiendan a reconstruir esa unidad (la reconstitución del mundo visible en todos
sus estados y niveles, la vuelta al ser andrógino primordial). Cualquier empeño
contrario, consciente o inconscientemente emprendido, no conduce más que a la
oposición de nosotros mismos, a nuestra dispersión y destrucción. La única vía
de reconstitución de la unidad reside en la conformidad de las polaridades en
juego con la Ley que les está asignada.
Y ahora, como en el tiempo de las comunidades
esenias, como en el tiempo de las encomiendas templarias, no debe pasar un sólo
día sin que los Templarios demuestren una vez más que son seres con los pies
sólidamente afincados en la Tierra, la cabeza en lo alto de los cielos y el
corazón en medio.
El Temple era y debe ser el vehículo que prepara
la instauración del Reino Crístico en la tierra. Bajo este signo los Caballeros
son instrumentos del Hombre Universal, el Cristo, que actúan antes de la
Parusía.
Es Templario todo hombre o mujer de buena
voluntad que manifiesta concretamente su fe crística, consciente o no, en los
tres planos: el espíritu, el alma, el cuerpo. Puede vivir aislado o en
comunidad. El Temple es, ante todo, un estado de espíritu, y en el momento
presente existen caballeros que se han adherido a la Orden como miembros
activos y los que se adherirán, pero también forman parte del Temple quienes no
figurarán jamás en las listas efectivas oficiales, pero no serán por ello menos
útiles y fervorosos.
El objetivo fundamental se reparte en seis orientaciones
estratégicas que constituyen la misión de la Orden en su más alto nivel y en su
conjunto, la misión guiada por su Egregor terrestre y su Egregor
supraterrestre.
- Restablecer la noción exacta de Autoridad y de Poder en el mundo, que constituye el fundamento de la Sinarquía.
- Afirmar la primacía de los valores espirituales sobre los temporales. La creación procede de lo alto y no de abajo. La materia no puede conducirse hacia sus fines más que siendo guiada por el Espíritu, cuya Autoridad es la expresión responsable.
- Devolver al hombre la conciencia de su dignidad y destino espiritual.
- Ayudar a la Humanidad en su pasaje. Se debe entender por ‘pasaje’ la ‘pasión’, pruebas y sufrimientos de esta vida, reinicio del Gólgota. Artífice de su propia destrucción, nuestra Humanidad, después de acumular graves errores, se encamina hacia una destrucción fratricida que marcará el cambio.
- Participar en la asunción de la Tierra en los tres planos: cuerpo, alma, espíritu, a pesar de que la mayoría de los hombres no quieren admitir más que el primero. Todos son solidarios de la alquimia total del ser viviente que constituye el planeta que les porta, que garantiza la sustancia de sus cuerpos y sirve de soporte a su evolución.
- Contribuir a la unidad de las iglesias. Obrar la unión del cristianismo y el Islam. El símbolo de la cruz indica su Universalidad.
La fuerza del Temple no está en su egregor
terrestre sino en sus fuerzas espirituales, su egregor supra-terrestre en la
unión permanente de los dos.
En el nivel presente de toda Comunidad templaría,
todavía en proceso de formación o consolidación, la Misión consiste en:
- Dar testimonio. Resurgimiento de la Orden y su mensaje para despertar a los Hermanos que duerman todavía.
- Crear las condiciones para la venida del Paráclito.
- Desarrollar la capacidad operativa en los tres planos.
XII.
CAPÍTULO
12: "EL ENVIADO, EL GRAN MAESTRE Y EL HOLOCAUSTO"
En la Orden del Temple, en contraposición a la
imagen del Salvador crucificado o la imagen de Pedro crucificado cabeza abajo,
se puede contraponer la del anciano Jacques de Molay, encarcelado durante siete
años y quemado en una pira delante de la Catedral de Notre Dame. Pero antes de
morir, puesto de pie, Jacques de Molay, XXII Gran Maestre de la Orden del
Temple, conociendo perfectamente los términos de su condena, manifestó su
última voluntad de forma pública y gritando en compañía de Geofroy de Charnay,
preceptor de Normandía que, actuó como testigo, a los cuatro vientos, para que
quedara constancia física de su último acto de valor:
“Es
justo que en un día terrible como éste y ante los últimos momentos de mi vida,
descubra toda la iniquidad de la mentira y haga triunfar la verdad. Yo declaro,
por tanto, ante la faz del Cielo y de la Tierra, y añado incluso, para mi
vergüenza eterna, que he cometido el mayor de los crímenes, pero no ha servido
más que para la conveniencia de quienes han acusado con tanta maldad a nuestra
Orden. Yo atestiguo, y la verdad me obliga a testificar, que la Orden es
inocente. Yo no he hecho la declaración contraria más que para suspender los
dolores excesivos de la tortura y para flexibilizar a aquellos que me la
infligían. Conozco los suplicios que han aplicado a todos los Caballeros que
han tenido el coraje de revocar una confesión semejante pero el horroroso
espectáculo que se me presenta no es ya capaz de hacerme confirmar una primera
mentira con una segunda. Ante una condición tan infame, renuncio a la vida de
todo corazón”.
“Ha
llegado el momento de que haga estallar la verdad: juro por tanto, ante el
Cielo y la Tierra, que todo lo que se acaba de leer sobre el crimen y la
inmoralidad de los Templarios no es más que una horrible calumnia. La Regla de
la Orden es pura, justa y católica. Yo he merecido la muerte y me ofrezco al
sufrimiento sin rebelarme, en expiación de las confesiones que he hecho bajo
tortura y seducido por los engatusamientos del Papa y el Rey de Francia. Yo no
tengo ya más que este medio para obtener la piedad de los hombres y la
misericordia de Dios”.
Nuestra Orden es, por filiación espiritual, la
Orden de Caballería templaría en su alma y figura perdurables, aunque en su
forma histórica, adaptada a las condiciones de los tiempos modernos. No se
trata de hacer revivir el pasado, sino de afrontar la búsqueda del futuro,
comenzando aquí y ahora. Es ‘ORDEN’, porque se estructura y jerarquiza según
las Leyes del Cosmos, que son: ‘número, peso, medida, color y armonía’.
Es del Temple, lo cual quiere decir
fundamentalmente ‘RELIGIOSA’, porque no sería ella misma y renegaría de su
esencia si no reconociera incondicionalmente su unión mística que relaciona y
une todo ser y toda cosa en los planos del cuerpo, del alma y del espíritu,
visibles e invisibles, sin los cuales el mundo no existiría. De ‘Orden de
Caballería’ no guarda más que el rigor de espíritu y de disciplina en el
comportamiento, que invitan al hombre al combate sobre su propio campo de
batalla interior. La Orden del Temple es ‘INICIATICA’. No promete poderes
paranormales o supranormales, ni otorga a sus miembros ningún tipo de ocultismo
de feria. La Orden propone el sendero de la búsqueda del Grial, arduo, sembrado
de dificultades y posibles caídas pero en premio al esfuerzo, lleno de
revelaciones y descubrimientos luminosos. La Orden abre las puertas a la
aventura noble y extraordinaria del divino reencuentro. Éstos son los criterios
que determinan la autenticidad de la Orden y permiten reconocerla entre todos
los grupos que predican la filiación templaría, como la única y verdadera Orden
del Temple, la Orden Resurgida en el castillo de Arginy el año 1952. La Orden
está dirigida por una autoridad colegiada, asistida por diferentes cenáculos.
El Gran Maestre representa a la Autoridad de la Orden, detenta el poder y hace
aplicar la política y orientaciones generales de la vida y acción de la Orden.
La vida de la Orden se nutre de las aportaciones de sus miembros. En la Orden
se entra para dar, no para recibir. En consecuencia, el Templario no espera
nada para sí. Su contribución es sobre los tres planos; cuerpo, alma y
espíritu. La aportación individual al ser de la Orden se basa en el esfuerzo de
uno mismo en todo lugar, momento y circunstancia de su vida personal, familiar,
social y profesional. La aportación colectiva al ser de la Orden, asumiendo la
parte que le incumbe en los trabajos, ceremonias y cargos en todas las formas,
en todos los lugares y momentos que la Orden se lo reclame. Todo candidato debe
ser apadrinado por un miembro de la Orden. La aceptación de esta verdadera
responsabilidad por un Templario, hace de él la ‘conciencia’ de su ahijado y le
compromete ante los hermanos y ante Dios en los tres planos. Todo candidato,
cuando es aceptado, es recibido como Sirviente. Importa poco lo que haya hecho
o sido. Para él sólo debe contar una cosa: servir. La Orden le pide que se
conforme con la regla y criterios, incluso, dándole a su debido tiempo ocasión
de demostrar quién es. Si el Sirviente pasa sus pruebas es admitido como
Escudero, lo cual implica un grado más de rigor en el comportamiento. Posteriormente
podrá pretender y postular el grado de Caballero o Dama Templaria, que es un
sacramento definitivo e irreversible. Hasta ese momento estaba en la Orden;
desde ese momento, será de la Orden, en cuyo seno podrá ser llamado para
misiones y funciones diversas y, si procede, a dignidades como el sacerdocio
templario si Dios lo quiere.
Todo esto le lleva a pronunciar los tres votos:
pobreza en el espíritu, pureza que no es necesariamente castidad, y obediencia,
empezando por sus hermanos, que es disciplina libremente consentida, acto
voluntario basado en la confianza que es una de las manifestaciones de la Fe.
La columna femenina sigue exactamente el mismo proceso: sirviente, amazona,
amazona blanca. La orden compromete a cada uno, según la Regla, a orar, a
escuchar, disciplinar el pensamiento, la lengua, los gestos, vencer las
imperfecciones, los deseos, colmar las lagunas personales, estar presente en la
Orden, participar asiduamente y de forma activa en sus empresas vivir
templariamente cada instante de su existencia y a servir y amar a sus hermanos.
El Templario vive y obra sabiendo que cada uno, aquí abajo, no es más que el
depositario de los bienes materiales y espirituales que le son confiados, es
decir, heredados de generaciones precedentes o que la Providencia concede con
el sudor de la frente; pero no para nosotros mismos, sino para beneficio del
Hombre y Gloria de Dios, (Non Nobis).
El ágape era el lógico complemento del Oficio, la
terminación del Rito del Pan y el Vino. Los comensales se estructuraban en
forma de U, formando el ala y brazo izquierdo del Gran Maestre los caballeros y
el ala y brazo derecho las amazonas, siguiendo el mismo principio sinárquico y
la misma distribución de complementariedad, positivo-negativo,
masculino-femenino, que en la formación de las dos columnas en el ‘Oficio Esenio’.
Distribuidos de esta forma, el Gran Capellán distribuía el pan y daba a beber
el vino de la misma copa, una gran copa griálica que pasaba y repasaba una y
otra vez.
FUENTE: Frat+ Walter Uberto Macedo Franco. Gran Priorato Magistral 'Espiritual Internacional' de Arequipa - Perú. Trazado de la Sabiduría de los Templarios (30/09/2023 - A.O 905)
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