LA FUNDACIÓN DE LA ORDEN TEMPLARIA
Para hablar de la fundación de nuestra Orden, es pertinente conocer sus antecedentes para comprender el contexto histórico en que se vivió y su resurgimiento como Orden Espiritual.
Tras el éxito de la
primera cruzada en la edad medida en la toma de Jerusalen el 15 de julio de
1099, se
establece un reino cristiano que nació como tal cuando Godofredo de Bouillon,
Duque de Lorena fue elegido como primer rey, sin embargo se negó a tomar dicho
título, alegando que un hombre no debía
llevar una corona donde Cristo había llevado una corona de espinas, en su
lugar eligió el título de Defensor del Santo Sepulcro.
Tras
la muerte de Godofredo lo sucedió su hermano Balduino I que estableció una monarquía
al estilo de Europa occidental; se hizo coronar rey de Jerusalén pero su
Coronación tuvo lugar en Belén, por negarse a hacerlo en Jerusalén el entonces
Patriarca Latino Daimberto. El reinado de Balduino extendió las fronteras del
reino conquistando los puertos de Acre, Beirut, Sidon, al mismo tiempo ejercía
soberanía en el condado de Edesa (principado de Antioquia), condado de Tripoli,
asimismo defendió su reino frente a las sucesivas invasiones musulmanas y
repobló Jerusalén con cristianos nativos.
Tras
la muerte de Balduino I en 1118 sin herederos, lo sucedió su primo ‘Balduino de
le Bourg’ conde de Edesa con el nombre de Balduino II, siendo su reinado capaz
y supo defenderse de los frecuentes ataques; durante su reinado se estableció
la primera de las Ordenes Militares y las fronteras del reino siguieron, y con
el objeto de defender los Santos lugares en Jerusalén, y dar protección a los
peregrinos que llegaban a tierra Santa se crearon las Ordenes religioso
militares.
Estas Órdenes
militares surgieron de agrupaciones originariamente hospitalarias, vocación que
jamás abandonaron y que incluso la mantuvieron mucho tiempo después de que el
factor bélico desapareciera.
Varios elementos
distinguían a los miembros de las órdenes militares: la vocación monástica, el
ideal caballeresco, la imagen mítica de Tierra Santa como centro del mundo y
lugar de peregrinación, la defensa de la cruzada y el espíritu piadoso
asistencial.
La primera en aparecer fue la Orden del
Santo Sepulcro en 1099 creada por el artífice de la primera cruzada, Godofredo
de Bouillon,
duque de la Baja Lorena y protector del Santo Sepulcro; la segunda fue la del Hospital
fundada en Jerusalén por mercaderes de Amalfi en 1104, en un principio era una
cofradía piadosa encargada del mantenimiento de un hospital destinado a los
peregrinos, bajo la advocación de San Juan el Limosnero, patriarca de Alejandría,
y tutelada por los benedictinos.
La tercera de las grandes órdenes
militares fue la del Temple, sus orígenes, fueron asimismo muy modestos, que
correspondió a una serie de caballeros franceses liderados por el que sería su
primer maestre Hugo de Payens.
✠
En ese contexto
histórico, hablaremos de la orden del temple, que estuvo unido por las
características de votos monásticos, y
votos militares centrados en la defensa de los peregrinos, recibieron de
Balduino II de Jerusalén una residencia situada según la leyenda sobre el
antiguo templo de Salomón de donde proviene su nombre inicial de Pobres
caballeros del Templo, “Orden de los pobres caballeros de Cristo y del templo
de Salomón” o sencillamente los “Templarios”.
El historiador Jackes de Vitri en el
Origen del Temple señala:
“Un Caballero de
Cristo es un cruzado en todo momento, al hallarse entregado a una doble pelea:
frente a las tentaciones de la carne y la sangre, a la vez que frente a las
fuerzas espirituales del cielo. Avanza sin temor, no descuidando lo que pueda
suceder a su derecha o a su izquierda, con el pecho cubierto por la cota de
malla y el alma bien equipada con la fe. Al contar con estas dos protecciones,
no teme a hombre ni a demonio alguno.”
En la primavera del
año 1118, el 12 de junio de 1118 nueve caballeros con Hugo de Payens a la
cabeza y los caballeros: Godofredo de
Saint-Omer, Godofredo Bisol,
Payen de Montdidier, Archembaud de Saint Aignant, Andrés de Montbard, Gondemar, Hugo Rigaud y Rolando;
fundan una nueva Orden de caballería, se reunieron en Jerusalén para
consagrarse al servicio de Dios, realizando los votos de pobreza, castidad y
obediencia con el beneplácito del rey de Jerusalén Balduino, se comprometen a
defender a los peregrinos contra los bandidos y ladrones, a proteger los
caminos y a constituir la caballería del Rey Soberano.
No se le escapó al rey
de Jerusalén Balduino II la importancia del paso que acababan de dar aquellos
caballeros y decidió protegerlos cediéndoles como primera providencia una parte
de su palacio situada en lo que fuera el Templo de Salomón, concretamente donde
los musulmanes habían construido la mezquita de Al-Aksa. Más tarde los monjes
custodios del Santo Sepulcro, les ceden un terreno contiguo a las caballerizas.
Según los
historiadores los nueve años que permanecieron en el Templo de Salomón son un
misterio, ya que eran sólo nueve caballeros y durante todo ese tiempo no permitieron
la entrada de nuevos caballeros en la Orden. Se especula en que para sólo nueve
personas era muy difícil proteger los caminos de Jaffa-Ramleh-Jerusalén pues se
precisan más hombres para que tuvieran de la efectividad que se dice.
Algunos historiadores
piensan que aunque solo fueran nueve los caballeros, debían tener una pequeña
tropa regular de soldados a sus órdenes.
En 1127 Hugo de Payens
y cinco de sus hombres con una carta de presentación del Rey Balduino II y
financiados por él, viajan a Europa. En esa carta se pide a la iglesia que dé
protección a ese grupo de hombres y les ayude a cumplir su misión. Misión que
era la de dar a conocer la Orden entre la nobleza europea y reclutar hombres
para la Orden, o lo que es lo mismo para la protección de Tierra Santa.
La misión más
importante era la de obtener la protección de Bernardo de Claraval, sobrino de
Andrés de Montbard, para obtener la autorización eclesiástica para la fundación
de la Orden y la aprobación de su regla de vida. En ese momento los Templarios
habían recibido de los canónigos del Santo Sepulcro la misma Regla de San
Agustín que ellos profesaban, pero el abad de Claraval deseaba algo más próximo
y original para sus nuevos protegidos, ya que estos colmaban su propia idea de
sacralización de la milicia.
La nueva regla del
Temple fue realizada por Bernardo de Claraval, fue escrita en latín, contaba
con sesenta y ocho artículos y una introducción que resaltaba la dimensión de
religiosos de los monjes- soldados.
San Bernardo gestionó
una positiva acogida por parte del Papa Honorio II, a quien los fundadores del
Temple estaban a punto de visitar en Roma, instando al Pontífice a celebrar un
Concilio en el que quedara reconocida por la Santa Sede la nueva Orden del
Temple. En la primavera de 1228 se celebró el Concilio extraordinario de Troyes
con nutrida asistencia de prelados franceses y de territorios próximos: dos
arzobispos, diez obispos, siete abades, dos escolásticos e infinidad de
personajes eclesiásticos, todo ello bajo la presidencia del legado papal, el
cardenal Mateo de Albano.
En este Concilio y
gracias a la destreza del abad Bernardo de Claraval, fueron por fin reconocidos
oficialmente y se les impuso un manto blanco como distintivo, años más tarde,
el papa Eugenio III, añadió una Cruz Roja Octogonal.
Los rangos y honores
que se establecieron en la orden fueron:
-
Sirvientes
(aspirantes)
-
Escuderos
-
Caballeros
-
Priores
comendadores
-
Maestres
- Gran Maestre
✠
Lo que hemos escuchado
en líneas anteriores, es el breve resumen del punto de vista histórico de las
cruzadas y el ejército templario desde el que se ha querido dar a conocer, pero
la Orden Templaría fue más que una orden militar.
De esa forma el 12 de
junio de 1118, Bernardo y sus monjes de Claraval hacen nacer la Orden en su
dimensión iniciática, reunidos en la Cripta del Castillo de Arginy, en unión
espiritual con los nueve caballeros, en comunión con el Egregor del Temple.
Es por ello que en la
Orden del Temple había
un ‘circulo oculto templario’ que tenía conocimiento iniciático y evolutivo de
la persona, por ello es su actual legado en nosotros, desde las oraciones,
rituales iniciáticos entre otros.
Los Templarios seguían
un objetivo común, y que va más allá de lo que todos comprendemos de la
historia contada; tenían dos relaciones paralelas con los musulmanes, una la
tradicional, es decir la guerra y la otra fraternal (hermandad) con el circulo
oculto de ambas, asimismo con otras culturas e incluso más alejadas.
Impidieron la
expansión de las campañas bélicas de los cruzados y pusieron cuanto estuvo
de su parte para impedir que
destruyeran en el Islam lo que no debían destruir.
El Temple sostuvo
contactos con los grandes iniciados de oriente, buscaban afirmar la convivencia
de las tres religiones históricas: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo.
El Temple tuvo un poder
energético y tenía como objetivo la ‘unión sinarquica’ que garantizara una paz
estable y duradera; y Jerusalén era el inicio
del futuro.
Allí recibieron las
claves del conocimiento y cuando volvieron a Occidente siguiendo el camino del
sol, traían inscrito en su corazón el objetivo secreto.
El Temple tuvo que
iniciar la transformación ‘alquímica’ de la sociedad medieval, llegando incluso
a convertirse conscientemente en el mercurio animado del crisol, de ese proceso
alquímico, de ese crisol en el que sería inmolado el Temple, debería nacer el
“Hombre Universal”.
En ese proceso sería
dada nuevamente a la Humanidad la posibilidad de restaurar la Sinarquía
espiritual en el mundo, y a cada individuo la capacidad de encontrar dentro de
sí mismo su verdadera dimensión, su conexión con el Cristo Universal. De este
modo lo espiritual y lo temporal volverían a encontrar su equilibrio.
Ése es hoy el objetivo
de la Orden del Temple, de los Caballeros del Temple resurgido.
Fuente: ++Frat. Oscar Eizaguirre. Senescal del Gran Priorato Magistral "Espiritual Internacional" de Arequipa. Discurso en celebración de aniversario de fundación de la Orden del Temple. Fecha: 12/06/2023 (A.O 905).
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